lunes, 20 de julio de 2009

¿En quién confiar en una comisión por la verdad?


Por Robert Parry (Informe especial)

Artículo original: Who to Trust on a Truth Commission?


Lee Hamilton fue uno de los famosos miembros de la fraudulenta "Comisión Investigadora del 11S". El periodista de investigación Robert Parry nos relata su historia.

En el texto aparecerá muy a menudo la palabra "task force" que se puede traducir como "grupo de trabajo" o "grupo especial de operaciones", este término no sólo se utiliza el campo militar. Posiblemente, la traducción de la entrada de la Wikipedia en inglés tenga su definición más precisa, esta sería: Una task force es una unidad o formación temporal establecida para trabajar en una única definida tarea o actividad.

Capítulo 1. Aún cuando una Comisión por la Verdad para investigar los crímenes de la Administración Bush tiene cierto atractivo – especialmente si no va a haber un firme fiscal especial presentando cargos criminales – todavía estaría el asunto de quién ocuparía el puesto de llegar a la verdad.

Esto se debe a que durante las tres últimas décadas, los medios de comunicación y políticos de la clase dirigente de Washington se han mostrado increíblemente ineptos en la realización de investigaciones serias que pudieran penetrar hasta en las más inverosímiles historias ocultas si el objetivo de la investigación tenía amigos influyentes en lugares importantes.
En cambio, las investigaciones sobre cuestiones difíciles se han resuelto normalmente por medio de respuestas políticamente convenientes, especialmente cuando la predilección demócrata por el bipartidismo se enfrentaba a la ira republicana cuando se trataba de hacer rendir cuentas a alguien como Ronald Reagan, George H.W Bush, Dick Cheney o George W. Bush.
El problema clave es que la dotación de personal de casi todas las “Reinas y Reyes Magos” de Washington han visto crecer su reputación en el invernadero de la corrupción intelectual que ha dominado la capital durante los últimos 30 años - y, por tanto, están irremediablemente comprometidos.
Tomemos, por ejemplo, las reflexiones del director de la CIA, Leon Panetta, al periodista neoyorkino Jane Mayer acerca de la posible comisión por la verdad, y lo que podría hacer de ésta un equipo aceptable.
"No soy bueno en comisiones", dijo Panetta a Meyer. "Por otra parte, pude ver que podría tener algo de sentido, francamente, nombrar una comisión de alto nivel, con alguien como Sandra Day O'Connor, Lee Hamilton – a la gente le gusta eso".
Sin embargo, es debido a gente como esa - la jubilada del Tribunal Supremo de Justicia, Sandra Day O'Connor, republicana, y al ex diputado Lee Hamilton, demócrata - que los Estados Unidos está en el lío en el que está en la actualidad.
Tanto O'Connor como Hamilton se han enfrentado a difíciles decisiones políticas en su carrera y optaron por lo que era entonces considerado como el camino seguro – lo cual podría haber sido para ellos, aunque los Estados Unidos y el mundo sufrieron gravemente sus faltas de valentía y de previsión.
Famosamente, O'Connor se saltó la lógica jurídica en diciembre de 2000 para justificar la anulación del juicio electoral del pueblo norteamericano a nivel nacional y negar a los votantes de Florida un recuento honesto de sus votos para conseguir el objetivo partidista de poner a George W. Bush en la Casa Blanca. [Para más detalles, véase nuestro libro “Neck Deep” o Consortiumnews.com’s “A Time Machine to Save America.”]

Capítulo 2. El encargado de los republicanos

Kean, Bush y Hamilton

Thomas Kean y Lee Hamilton, presidente y vice presidente de la Comisión investigadora del 11S, junto a George W. Bush

Mientras tanto, Hamilton ha sido el encargado por los republicanos cuando han querido un demócrata que no empujara demasiado duro para destruir un frágil encubrimiento. Es un maestro dirigiendo investigaciones “no en búsqueda de la verdad”, sino en búsqueda de una solución políticamente aceptable.
Mi primera relación con una investigación de Hamilton fue en agosto de 1986 cuando era presidente de la Cámara del Comité de Inteligencia y recayó sobre él investigar las denuncias de las que yo había informado a la Associated Press sobre el asesor de la Casa Blanca, Oliver North, proporcionando apoyo secreto a los rebeldes de la contra de Nicaragua.
Hamilton encabezó una delegación de miembros de la comisión (entre ellos el republicano Dick Cheney) en la Sala de Crisis de la Casa Blanca, donde a North y a su jefe John Poindexter se les preguntó acerca de las acusaciones. Sus enfáticas negaciones se aceptaron como ciertas, y Hamilton se unió a otros miembros del comité en su acuerdo de no llevar a cabo una investigación más profunda.
La decisión bipartita complació a mucha gente en Washington - aunque no a mí y a algunos otros que habían trabajado duro para exponer la red clandestina de North.
Gracias a Hamilton, North y su equipo casi escaparon ilesos, si no hubiera sido porque uno de sus últimos aviones de aprovisionamiento fue derribado en Nicaragua el 5 de octubre de 1986, y un superviviente, Eugene Hasenfus, señaló con el dedo a la Casa Blanca y en particular a la Oficina del vicepresidente Bush. Un mes más tarde, la parte de la venta de armas a Irán del escándalo Irán-Contras apareció en un diario libanés.
Pronto, los "sabios" jefes de Washington fueron juntados de nuevo para resolver con delicadeza este escándalo impropio de tráfico de armas a alto nivel, blanqueo de dinero, incumplimiento de la ley, de mentiras y de negociaciones indirectas con terroristas. Lee Hamilton fue nuevamente aprovechado para dirigir el lado de la Cámara en la investigación Irán-Contra y de nuevo buscó desesperadamente un consenso bipartito.
Aunque Hamilton recibió una buena calificación por sus elegantes conferencias sobre el estado de derecho a Oliver North, entre bastidores Hamilton se estaba asegurando de que la investigación “no subiera demasiado la escalera” e implicara al presidente Reagan y al vicepresidente Bush en los aspectos más sucios del escándalo.
Hamilton también desvió la investigación del modo en el que la administración Reagan toleró a los traficantes de droga en la “Operación Contra” y como los neoconservadores bajo Reagan habían llevado a cabo lo que equivale a una operación de propaganda nacional encubierta para controlar la "percepción" de la opinión pública americana acerca de los contras. [Para más detalles, véase “Lost History” de Robert Parry.]
Para conseguir una apariencia de bipartidismo, Hamilton suavizó el informe final, poniéndose blando especialmente con Reagan y Bush. También con desacertadas concesiones de inmunidad, Hamilton arruinó los posteriores procesamientos de North y de Pointdexter, permitiendo que los jueces de la derecha en el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos en Washington citaran la inmunidad parlamentaria como la razón para desechar las condenas.
Irónicamente, sería un patricio republicano de 80 años - fiscal especial Lawrence Walsh - el que haría el mayor progreso al conseguir que se rindieran cuentas en cierto grado por el escándalo Irán-Contras al romper lo que él llamaría el "cortafuegos" de la Casa Blanca que Hamilton no había podido detectar.
Walsh acusó al Secretario de Defensa de Reagan, Caspar Weinberger por ocultar pruebas clave sobre la venta de armas a Irán. Walsh también reveló que el Secretario de Estado, George Shultz, que hiciera sus votos en la comisión de Hamilton con las palabras "la confianza es la moneda del reino", había continuado mintiendo ante el Congreso (aunque Shultz no fue acusado).

Capítulo 3. La apertura de la sorpresa de octubre (October surprise)

Los investigadores de Welsh llegaron también a la conclusión (no fehaciente), de que la venta de armas del Irán-Contra, que ocurrió en 1985-86, podía haber tenido un precedente en los anteriores envíos de armas en el caso llamado “La sopresa de octubre” en el que la campaña Reagan-Bush presuntamente actuó a espaldas del presidente Jimmy Carter in 1980 para sabotear sus negociaciones con Irán para que liberaran a 52 rehenes, retenidos allí por aquel tiempo.
Estas sospechas llevaron a los investigadores de Welsh a pasar por el polígrafo al ex agente de la CIA Donald Gregg, que trabajó como Consejero para la Seguridad Nacional del vicepresidente Bush en los años 80. En 1990, un examinador de polígrafo del FBI estimó que Gregg mintió cuando contestó “no” a la pregunta: ¿estuvo alguna vez envuelto en un plan para retrasar la liberación de los rehenes en Irán hasta después de las elecciones presidenciales de 1980? [Ver el Informe Final del Consejo Independiente para los asuntos del Irán-Contra, VOL.I, 501]
Sin embargo, cuando la Cámara de Representantes comenzó a hacer la investigación de las denuncias sobre “La sorpresa de octubre” en 1991, fue de nuevo Lee Hamilton, quien fue puesto al mando, y la nueva investigación siguió el patrón de la marca de Hamilton de buscar respuestas que no perjudicaran a los republicanos.
Hamilton dio incluso derecho de veto a los republicanos sobre el personal demócrata, cuando permitió al republicano Henry Hyde (R-Illinois), bloquear el nombramiento del jefe del consejo de la Cámara para Asuntos Internacionales, Spencer Oliver, como uno de sus investigadores, al parecer porque Oliver creía que las acusaciones de La sorpresa de octubre podían ser ciertas.
Bajo la dirección Hamilton-Hyde, la "investigación" se convirtió en un empeñado esfuerzo de refutar las alegaciones planteadas por funcionarios y agentes de inteligencia iraníes, israelíes, americanos y europeos. La desacreditación se centró principalmente en la creación de coartadas para cubrir el paradero de George H.W. Bush y el jefe de la campaña de Reagan, William Casey en fechas clave.
Aunque las coartadas resultaron ser erróneas o manifiestamente falsas, consiguieron prosperar en el juicio de casi un año. Cuando una falsa coartada sobre el paradero de Casey un fin de semana a finales de junio de 1980 se derrumbó ante una abrumadora evidencia de lo contrario, la “Task Force” de Hamilton concibió una coartada igualmente falsa. [Ver Consortiumnews.com "¿Dónde está Bill Casey?" o “Secrecy & Privilege”, de Robert Parry para más detalles.]

Capítulo 4. Evitando la verdad

El compromiso de Hamilton de evitar verdades dolorosas se demostró crucial para el encubrimiento de la sorpresa de octubre en diciembre de 1992, a medida que su task force estaba terminando su investigación con la fuerte determinación de no ver ninguna fechoría republicana.
Sin embargo, justo un mes después de que Bill Clinton derrotara a George H. W. Bush en la campaña presidencial, la presa que había retenido 12 años de secretos, finalmente cedió. La task force de repente se vio inundada por una avalancha de nuevas pruebas de culpabilidad republicana.
El asesor jurídico en jefe de la task force, Lawrence Barcella, que había estado a bordo de la desacreditación, estaba sorprendido por la reciente aparición de nuevas pruebas. Éste llegó a la conclusión de que no podían ser ignoradas y que justificaba la ampliación de la investigación, al menos, un par de meses.
Años más tarde, Barcella me dijo que recomendó una prórroga de tres meses para Hamilton, de Indiana, pero el demócrata rechazó la idea de tomarse el tiempo adicional para ver las nuevas pruebas. Hamilton le dijo a Barcella que concluyera la investigación con la conclusión anterior de inocencia republicana.
Por lo tanto, la task force de la Cámara de la October Surprise hizo oídos sordos y la vista gorda a las pruebas recientes. Sin embargo Barcella no estaba del todo cómodo. El 8 de diciembre de 1992, dio instrucciones a sus diputados de poner “lenguaje”, como “puerta secreta" en caso de que las revelaciones más tarde refutaran las conclusiones del informe.
“Este informe no refleja y no podría reflejar cada pista que fue investigada, cada llamada telefónica que se hizo, cada contacto que se estableció”, sugirió Barcella como “redacción-puerta secreta”. "Del mismo modo, la task force no resolvió todos y cada uno de los informes de" curiosidades "," coincidencias ", subacusaciones o interrogaciones que se han planteado a través de los años y que se han convertido en parte de la sorpresa de octubre".
Pero parte de la información que llegaría durante el último mes de la investigación trataría no sólo de “curiosidades”, sino de cuestiones fundamentales tras el misterio de por qué los rehenes americanos permanecieron cautivos durante las elecciones de 1980 y fueron inmediatamente liberados después de que Bush y Reagan juraran sus cargos el 20 de enero de 1981.
El 17 de diciembre de 1992, el ex presidente iraní Abolhassan Bani-Sadr envió a la task force una carta describiendo las batallas internas en el gobierno iraní sobre la intervención republicana en la crisis de los rehenes de 1980. Bani-Sadr amenazó con revelar el acuerdo secreto entre los agentes de la campaña Reagan-Bush y los radicales islámicos cercanos al Ayatolá Ruhollah Jomeini, si no lo paraban.
Bani Sadr dijo que se enteró del trato secreto republicano con iraníes radicales en julio de 1980 después de que Reza Passendideh, un sobrino del Ayatolá Jomeini, asistiera a una reunión con el financiero iraní Cyrus Hashemi y el abogado republicano Stanley Pottinger, el 2 de julio de 1980 en Madrid.
Aunque se esperaba que Passendideh volviera con una propuesta de la administración Carter, Sadr dijo que Passendideh en su lugar vino con una propuesta del bando de Reagan.
"Passendideh me dijo que si no aceptaba esta propuesta, ellos [los republicanos] harían la misma oferta a mis rivales [radicales iraníes]. Dijo además que ellos [los republicanos] tenían una enorme influencia en la CIA", escribió Bani-Sadr. "Por último, me dijo mi rechazo a su oferta se traduciría en mi eliminación".
Bani-Sadr dijo que resistió las amenazas y pidió una inmediata liberación de los rehenes americanos, pero estaba claro que el astuto Jomeini estaba jugando a ambos lados de la calle política de los EE.UU.
Este plan secreto republicano de bloquear la liberación de los rehenes después de las elecciones americanas siguió siendo un punto de tensión entre Bani-Sadr y Jomeini, según la carta de Bani-Sadr. Éste dijo que su “baza” era la amenaza de decirle al pueblo iraní del trato secreto que las fuerzas de Jomeini habían establecido con los republicanos.
"El 8 de septiembre de 1980, invité a la gente de Teherán a reunirse en la Plaza de los Mártires para poder decirles la verdad", escribía Bani-Sadr. "Jomeini insistía en que no debía hacerlo en ese momento. ... Dos días más tarde, de nuevo, decidí revelarlo todo. Ahmad Jomeini [el hijo del ayatolá] vino a verme y me dijo, el 'Imán [Jomeini] promete de verdad" reabrir las conversaciones con Carter, si Bani-Sadr cejaba y no lo hacía público.
Bani-Sadr, dijo que la controversia llevó Jomeini a transmitir una nueva propuesta sobre los rehenes al gobierno de los EE.UU. a través de su yerno, Sadegh Tabatabai. Aunque Tabatabai hizo entrega de un nuevo plan de paz a agentes de EE.UU. en Alemania occidental, la iniciativa se deshizo cuando el Irak de Saddam Hussein invadió Irán a mediados de septiembre de 1980.
Mientras tanto, los contactos a alto nivel entre los representantes republicanos y Jomeini al parecer continuaron, recurriendo a menudo a agentes de inteligencia israelíes y europeos como intermediarios. En su enemistad con Jomeini, la situación política de Bani-Sadr se deterioró y fue pronto forzado a huir al exilio.

Capítulo 5. Evidencias corroborativas

El detallado testimonio de Bani-Sadr encaja con las anteriores declaraciones de otros dos altos funcionarios iraníes, el ex ministro de Defensa Ahmad Madani y el que actuaba como Ministro de Asuntos Exteriores Sadegh Ghotbzadeh.
Madani había perdido frente a Bani-Sadr en la carrera presidencial de 1980, a pesar de la ayuda encubierta de la CIA canalizada a su campaña a través de Cyrus Hashemi. Madani también descubrió que Hashemi estaba traicionándolos con los republicanos.
En una entrevista conmigo para PBS Frontline a principios de 1990, Madani dijo que Hashemi mencionó el nombre del jefe de la campaña de Reagan, William Casey, en relación con estas negociaciones encubiertas sobre los rehenes americanos. Madani dijo que Hashemi le instó a reunirse con Casey, y que se ganó la reprimenda de Madani de "no estamos aquí para hacer política".
Ghotbzadeh hizo sus comentarios acerca de la injerencia republicana contemporáneamente a los hechos, relatando a la Agencia France Press el 6 de septiembre de 1980, que había información de que Reagan estaba "tratando de bloquear una solución" al punto muerto de la negociación por los rehenes. (Ghotbzadeh más tarde fue ejecutado por la línea dura iraní.)
A pesar de las afirmaciones de Bani-Sadr, de sus conocimientos de primera mano y de las declaraciones corroborativas de otros dos altos funcionarios iraníes, la Cámara de la task force desestimó la declaración de Bani-Sadr como "rumores" que carecían de valor probatorio.
Pronto, sin embargo, había más pruebas para explicar convenientemente. El 18 de diciembre de 1992, un día después de la carta de Bani-Sadr, David Andelman, el biógrafo del jefe de inteligencia francés Alexandre deMarenches, dio testimonio jurado para la task force sobre los contactos republicano-iraníes.
Andelman, ex corresponsal del New York Times y de CBS News, dijo que mientras estaba escribiendo las memorias de deMarenches, el espía conservador admitió haber organizado reuniones entre los republicanos y los iraníes acerca de la cuestión de los rehenes en el verano y otoño de 1980, con una reunión celebrada en octubre en París.
Andelman dijo que deMarenches ordenó que las reuniones secretas fueran omitidas de sus memorias, porque la historia podría dañar la reputación de sus amigos, William Casey y George H. W. Bush. En el momento en el que Andelman trabajaba en el libro, Bush era candidato a la reelección como Presidente de los Estados Unidos.
El testimonio de Andelman corroboraba antiguas afirmaciones de una diversidad de agentes de inteligencia internacionales sobre la participación de Casey y Bush en la reunión de París. Pero la task force no consideró seriamente este testimonio, también, paradójicamente calificándolo como "creíble", pero luego afirmando que era "insuficientemente probatorio".
El razonamiento de la task force fue de que Andelman no podía "descartar la posibilidad de que deMarenches le hubiera dicho que era consciente y que participó en la reuniones de Casey, ya que deMarenches, no podía arriesgarse a decirle a su biógrafo que no tenía conocimiento de esas acusaciones".

Capítulo 6. Bush a París

Además de los testimonios corroborativos de agentes de inteligencia, incluido el agente de la inteligencia israelí Ari Ben-Menashe, la task force también era consciente del conocimiento del presunto viaje de Bush a París por el reportero del Chicago Tribune, John Maclean.

Maclean, hijo del escritor Norman Maclean, quien escribió “A river runs through it” (El río de la vida), dijo que una bien situada fuente republicana le dijo a mediados de octubre de 1980 del viaje secreto de Bush a París para reunirse con iraníes sobre el asunto de los rehenes. Maclean transmitió esa información a David Henderson, funcionario del Servicio Exterior del Departamento de Estado. Henderson recordó la fecha como el 18 de octubre de 1980.

Por su parte, Maclean nunca escribió sobre la filtración de los viajes de Bush a París porque, me dijo más tarde, un portavoz de la campaña electoral Reagan-Bush lo negó posteriormente. Con el paso de los años, el recuerdo de la filtración de desvaneció para Henderson y Maclean, hasta que las denuncias sobre la sorpresa de octubre volvieron a emerger a la superficie a principios de 1990.

Henderson mencionó la reunión de 1991 en una carta a un senador de EE.UU. que se me reenvió a mí mientras estaba trabajando para PBS Frontline. Aunque no deseoso de formar parte de la historia de la sorpresa de octubre, Maclean confirmó que había recibido la fliltración republicana. También estaba de acuerdo con el recuerdo de Henderson de que la conversación se produjo el o en torno al 18 de octubre de 1980. Maclean, se negó a identificar su fuente.

La importancia de la conversación Maclean-Henderson era que era información encerrada en una especie de ámbar histórico, libre de posteriores afirmaciones de agentes de inteligencia, cuya credibilidad había sido cuestionada.

No se puede acusar a Maclean de urdir el argumento de los viajes de Bush a París por algún motivo ulterior, ya que no había hecho uso de ello en 1980, ni tampoco se ofreció a hacerlo una década más tarde. Sólo lo confirmó cuando se le fue pedido por Frontline y aún así no estaba con muchas ganas de hablar de ello.

Capítulo 7. Estado de negación

1º Como puede que este título no refleje claramente su significado, su explicación vendría a ser: un estado en el que una persona se niega a ver la realidad.


En diciembre de 1992, a pesar de la creciente evidencia de que los republicanos habían tenido contactos secretos con los radicales iraníes en 1980, la task force continuó bajo las órdenes de Hamilton de no reconsiderar sus conclusiones o de ampliar la investigación.

Mientras tanto, las pruebas incriminatorias seguían viniendo.

El 21 de diciembre de 1992, el ex-funcionario de la CIA Charles Cogan narró un comentario de principios de 1981 del ayudante del banquero David Rockefeller, Joseph Reed al entonces director de la CIA William Casey acerca de su éxito en el bloqueo de la sorpresa de octubre de Carter.

Reed había sido el elegido de Rockefeller para ayudar al Sha de Irán después de su expulsión en 1979, que llevó al régimen de Jomeini a solicitar la retirada de miles de millones de dólares de las cuentas del Sha en el Rockefeller Chase Manhattan Bank.


Pero la crisis de los rehenes en Irán favoreció al banco porque el gobierno de los EE.UU. - como represalia por el secuestro de rehenes - congeló las cuentas. Si la crisis se resolvía rápidamente y de repente el dinero se descongelaba, la viabilidad financiera del Chase Manhattan habría sido puesta en duda.

Después de que Reagan y de que Bush tomaran posesión de sus cargos - y de que las cuentas del Chase siguieran congeladas - Reed fue nombrado embajador en Marruecos, lo que le llevó a visitar a Casey en la sede de la CIA, mientras que Cogan permanecía en la puerta de la oficina de Casey.

"Joseph Reed dijo:"nosotros " y, a continuación un verbo [y] algo sobre la sorpresa de octubre de Carter", declaró Cogan en un "testimonio secreto jurado". "La implicación fue de que hicimos algo en relación con la sorpresa de octubre de Carter".

Los investigadores de la task force entendieron que la cita al completo habría sido, "Jodimos la sorpresa de octubre de Carter", una declaración que estaba en el centro de lo que se le había asignado a la task force a investigar. Pero ésta omitió los recuerdos de Cogan de su informe completo.

Capítulo 8. Sentencias selectivas

La práctica de las sentencias selectivas de la task force comenzó a irritar a algunos de los congresistas demócratas asignados a la investigación.
Aunque las denuncias sobre la sorpresa de octubre, supuestamente, eran un mito, la información elaborada por su personal se mantuvo bajo estricto secreto. A los congresistas sólo se les permitía revisar las pruebas en una habitación bajo custodia.

Las restricciones significaban que muchos miembros se veían obligados a confiar en el personal de la task force que había sido reunido en gran medida excluyendo a cualquiera que pensara que las denuncias podrían ser ciertas. Otros, tenían conflictos de intereses que se inclinaban hacia la conclusión desacreditadora formulada.

Por ejemplo, el diputado de Barcella, Michael Zeldin, era amigo íntimo de Steven Emerson, escritor con estrechos vínculos con el Likud de Israel - cuyos dirigentes supuestamente desempeñaron un papel clave en las operaciones de la sorpresa de octubre y que podían estar expuestos por haber ayudado a derrocar a un presidente de los Estados Unidos (Carter).

Emerson había escrito un artículo desacreditador para The New Republic sobre la sorpresa de octubre en base a una coartada de Casey que resultó ser falsa. Sin embargo, investigadores de la Cámara me contaron que Emerson visitaba con frecuencia las oficinas de la task force y que Zeldin asesoró a otros en cómo interpretar las pruebas.

El 3 de enero de 1993, el Congresista Mervyn Dymally, demócrata de California y miembro de la task force que se jubilaba del Congreso, presentó una objeción al inminente informe de ésta, en el que se quejaba de la manipulación selectiva de las evidencias para eliminar la campaña Reagan-Bush.

Al examinar el informe, el asistente personal de Dymally, Marwan Burgan, había detectado algunas de las absurdas coartadas del informe, incluyendo la afirmación de que porque alguien escribió el número de teléfono de la casa de Casey un día, demostraba que éste estaba en casa, o que debido a que un avión volaba directamente desde San Francisco a Londres en otra fecha importante, que Casey debía estar a bordo.

Fuentes que vieron la objeción de Dymally dijeron que argumentaba que "sólo porque los teléfonos suenen y los aviones vuelen no significa que alguien esté allí para contestar o en el avión." Pero sus razonables observaciones fueron confrontadas ferozmente por Barcella, que reclutó al presidente de la task force, Lee Hamilton, para presionar a Dymally para que retirara la objeción.

Dymally me dijo que el día que presentó su objeción, recibió una llamada de Hamilton advirtiéndole de que si no era retirada, "voy a tener que ponerme duro contigo”.

Al día siguiente, Hamilton, que iba a convertirse en presidente de la Comisión de la Cámara de Asuntos Internacionales, despidió al personal de la subcomisión de África, que Dymally había dirigido. Los despidos fueron tratados como de rutina, y Hamilton me dijo: " las dos cosas vinieron al mismo tiempo, pero no estaban conectadas en mi mente."

Hamilton dijo que su advertencia a Dymally se referirió a una dura respuesta con la que habría amenazado a éste si su objeción hubiera seguido en pie. Sin embargo, con la esperanza de salvar los puestos de trabajo de su personal, Dymally aceptó retirarla.

Capítulo 9. La complicación rusa

De modo que el informe de la task force fue enviado a las impresoras con la conclusión de que "no había pruebas creíbles" de que los republicanos trataran a dos bandas con Irán sobre los 52 rehenes americanos en 1980.

El informe estaba programado que se publicara el 13 de enero de 1993, justo una semana antes de que la presidencia de George H. W. Bush llegara oficialmente a su fin. Pero todavía quedaba una sorpresa más para la task force.

El 11 de enero de 1993, Hamilton recibió la respuesta a una solicitud de información que había enviado al gobierno ruso el 21 de octubre de 1992, solicitando cualquier información que Moscú pudiera tener acerca del caso “sorpresa de octubre”.

La respuesta rusa vino de Sergey V. Stepashin, presidente de la Comisión del Soviet Supremo para la Defensa y Asuntos de Seguridad, un puesto equivalente al de presidente del Comité de Inteligencia del Senado.

En lo que podría haber sido un acto sin precedentes de cooperación entre los dos viejos enemigos, Stepashin presentó un resumen de lo que los documentos de la inteligencia rusa mostraban sobre la sorpresa de octubre y otros tratos secretos de los EE.UU. con Irán.

En la década de 1980, después de todo, la KGB soviética no estaba sin sus fuentes de información en un tema tan importante para Moscú como los acontecimientos en el vecino Irán. La KGB había penetrado o mantenido estrechas relaciones con muchos de los servicios de inteligencia vinculados a las denuncias del caso, incluidos los de Francia, España, Alemania, Irán e Israel.

La historia ha demostrado, también, que la KGB tenía espías dentro de la CIA y otras agencias de inteligencia de los EE.UU. Por lo tanto, la inteligencia soviética ciertamente estaba en condiciones de saber mucho acerca de lo que había o no había ocurrido en 1980.

La contestación del Soviet Supremo fue entregada a la Embajada de los EE.UU. en Moscú por Nikolay Kuznetsov, secretario de la Subcomisión sobre la Seguridad del Estado. Kuznetsov pidió disculpas por la "larga preparación de la contestación." Fue traducida rápidamente por la embajada de los EE.UU. y se le remitió a Hamilton.

Para horror de la task force, las seis páginas del informe ruso, establecían como hecho, que Casey, Bush, funcionarios de la CIA y otros republicanos se habían reunido en secreto con agentes iraníes en Europa durante la campaña presidencial de 1980.

Los rusos describieron las negociaciones por los rehenes de ese año como una competición entre la Casa Blanca de Carter y la campaña Reagan-Bush para pujar por encima de la otra para ganar la cooperación del gobierno de Irán en relación con la crisis de los rehenes.

Capítulo 10. Contradiciendo a Hamilton

Los rusos afirmaron que el equipo de Reagan-Bush, de hecho, había interrumpido las negociaciones de Carter por los rehenes, exactamente lo contrario de la conclusión a la que Hamilton había llegado.

Como fue descrito por los rusos, la administración Carter ofreció a los iraníes suministros de armas y el descongelamiento de activos para que liberaran a los rehenes antes de las elecciones. Los iraníes "discutían una posible normalización “paso a paso” de las relaciones americano-iraníes [y] la provisión de apoyo al presidente Carter en la campaña electoral a través de la liberación de los rehenes", señalaba el informe.

Pero los republicanos estaban haciendo sus propias ofertas a los iraníes, señalaba el informe ruso. William Casey, en 1980, se reunió en tres ocasiones con representantes de la dirección iraní. "Las reuniones tuvieron lugar en Madrid y París."

En la reunión de París en octubre de 1980, "R. Gates, en ese momento miembro del Consejo Nacional de Seguridad de la administración de Jimmy Carter y el ex director de la CIA George Bush, también participaron", decía el informe ruso. "En Madrid y París, los representantes de Ronald Reagan y los líderes iraníes discutieron la cuestión de, posiblemente, retrasar la liberación de los 52 rehenes del personal de la Embajada de los EE.UU. en Teherán." [Gates es ahora secretario de Defensa.]

Tanto los republicanos de Reagan-Bush y los demócratas de Carter "partieron de la tesis de que el Imán Jomeini, después de haber anunciado una política de" ni Occidente ni Oriente, y maldiciendo al "diablo americano", al imperialismo y al sionismo, se veía obligado a adquirir de América armas, repuestos y suministros militares por todos los medios posibles ", señalaba el informe ruso. Los republicanos ganaron la guerra de ofertas.

"Después de la victoria de R. Reagan en las elecciones, a principios de 1981, se llegó a un pacto secreto en Londres con el acuerdo de que Irán liberaría a los rehenes americanos, y los EE.UU. continuarían con el suministro de armas, repuestos y suministros militares para el ejército iraní, "continuaba el informe ruso.

Las entregas se llevaron a cabo por Israel, a menudo a través de traficantes de armas privados. Las piezas de repuesto para los cazas F-14 y otros equipos militares iban a Irán desde Israel en marzo y abril de 1981 y el conducto de envío de armas continuó fluyendo a mediados de la década de 1980, según el informe.

"A través del conducto israelí, Irán, en 1983 compró misiles tierra-tierra" de la clase “Lance" y artillería por un valor total de 135 millones de dólares," señalaba el informe ruso. "En julio de 1983, un grupo de especialistas de la empresa Lockheed, fue a Irán con pasaportes ingleses para reparar los sistemas de navegación y otros componentes electrónicos de los aviones fabricados en América."

En 1985, el grifo de las armas se abrió más, en los envíos del Irán-Contra.

El práctico informe ruso era impresionante. Asimismo, coincidía con otra información que la task force tenía. Por ejemplo, ésta había descubierto que los israelíes habían enviado repuestos militares americanos a Irán en 1981, con el secreto consentimiento de altos funcionarios de la administración Reagan-Bush.

Capítulo 11. El dilema de Hamilton

Hamilton se enfrentaba al dilema sobre qué hacer con el explosivo informe ruso, el cual – si era preciso - el informe de la task force, que estaba entonces en las impresoras, no valía ni lo que el papel en el que estaba siendo impreso.

Reputaciones, entre ellas la de Hamilton, podrían haber sido gravemente dañadas. Durante sus días como presidente de la Cámara del Comité de Inteligencia de mediados de la década de los 80, Hamilton había sido objeto de críticas por desechar tempranas pruebas acerca de las secretas operaciones de aprovisionamiento a la Contra por parte de Oliver North y por haber sido cogido desprevenido por los envíos militares encubiertos a Irán en 1985-86.

De haber tenido que renunciar a su propio informe de la sorpresa de octubre, Hamilton podría haber quedado pareciendo “el bobalicón” favorito de los republicanos. Tal vez no habría construido una brillante carrera post-congreso como bien considerado hombre de estado invitado a formar parte en importantes equipos como la 9/11 Commission, y más tarde en una task force con el ex Secretario de Estado James Baker para recomendar la futura estrategia en la guerra de Irak.

De modo que, en enero de 1993, Hamilton decidió enterrar el informe ruso.

"Tuvimos el material de los rusos pocos días antes de que el informe de la task force estuviera preparado para su publicación", Barcella me contó en una entrevista en 2004. "No íbamos a examinarlo, ya se tratara de nueva información, desinformación o lo que fuera."

Cuando le pregunté por qué él y Hamilton no publicaron el informe ruso, junto con el de la task force, Barcella respondió que el informe ruso fue clasificado, lo que impedía su divulgación al público. Hamilton se encontraba en una fuerte posición para que lo desclasificaran, pero decidió no hacerlo.

Así que el extraordinario informe ruso simplemente fue puesto en cajas y archivado con el resto de información no publicada que la task force había reunido. Barcella señaló que imaginaba que el material acabaría en algún gran almacén, "como en la película" En busca del arca perdida "

En realidad, el informe ruso encontró un lugar de descanso aún menos elegante. A finales de 1994, descubrí los documentos, incluido el informe ruso, en cajas que habían sido apiladas en un antiguo servicio de señoras que se utilizaba para el almacenamiento en una oscura oficina de los garajes del edificio de oficinas de la Rayburn House. [Para examinar los documentos clave del "Ladies Room", haz clic aquí.]

Si bien lamentable en términos de penetrar las mentiras oficiales en búsqueda de la verdad, Hamilton mejoró su actuación como investigador del Congreso con el estimado status de hombre sabio de Washington. Fue una elección natural para la 9/11 Commission y el Grupo de Estudio de Irak, alguien que haría todo lo posible para evitar irritar a los espinosos republicanos.

El Director de la CIA Leon Panetta, ahora mira hacia la respetada figura de Lee Hamilton, como el tipo de persona que podría ser de confianza para encabezar una comisión por la verdad sobre los crímenes de la administración de George W. Bush.

De este modo, sin darse cuenta Panetta confirma por qué tantos defensores de la petición de responsabilidades están a favor de un fiscal especial independiente - y por qué no confían en los internos de Washington para que investiguen sus propios actos.

Robert Parry dio la primicia de muchas de las historias del Irán-Contra en la década de los 80 para la Associated Press y Newsweek. Su último libro, Neck Deep: la desastrosa presidencia de George W. Bush, fue escrito con dos de sus hijos, Sam y Nat, y se pueden pedir en neckdeepbook.com. Sus dos libros anteriores, Secreto y Privilegio: el auge de la dinastía Bush desde el Watergate a Irak y La Historia perdida: Contras, Cocaína, la Prensa y el "Proyecto Verdad" también están disponibles allí. O ir a Amazon.com.

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Espero que hayas encontrado útil la traducción de este importante artículo de Robert Parry.

Si encuentras fallos o errores en la traducción, puedes enviarme tu sugerencia. Gracias

1 comentario:

hordashispanicas dijo...

Muchsimas gracias por comaprtir toda esta informacion es un articulo excelente, ya todso sabemos quienes estan detras del 11s y el 11m los mimos auotores y los mismo chivos expiatorios el terrorismo de alqaeda controlado por los servisions secretos como lA cia isi, TENEMOS QUE UNIRNOS Y CAMBIAR TODO ESTE MUNDO DE INMUNDICIA MORAL Y DEGENERACION POLITICOA TENEMOS QUE ORGANIZARNSO Y MOVILIZARNOS

Un abrazo fuerte amigo mucha fueza

LIBERTAD RESPETO Y RNWO
http://www.youtube.com/watch?v=h8VjELp9qmg&feature=related

10/10/10 mnifestacion a nivel mundial contra la mafia mundial del NWO